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viernes, 1 de mayo de 2009

CIUDAD Y SOMBRA: ÁRBOLES DE BARRANQUILLA: Por: Gonzalo Molina Arrieta

ÁRBOLES EN BARRANQUILLA: PASADO PRESENTE Y FUTURO. ECOATMOSFERAS, UNA PROPUESTA PARA LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS.
Cada metro de cemento es un metro de desierto, que le prohíbe a la tierra el derecho sagrado de preñarse y parir. Gonzalo Molina Arrieta
Cuando los primeros pobladores de la ciudad llegaron a estas tierras, los arroyos, los caños, el río y las ciénagas que la bordean, le hacían un escenario de abundante vegetación propia del bosque seco tropical y los sistemas costeros.
Es de imaginar, cómo desde el primer momento las casas que empezaron a construirse utilizaron la madera necesaria para tal fin; el proceso de deforestación se fue incrementando a medida que la población crecía, sin embargo; este nuevo proyecto de ciudad no acabaría con la flora y fauna sino por el contrario la integra. Esto se puede observar en algunos estudios o relatos, que al respecto se mencionan; pues Barraquilla es vista por propios y extraños como un pequeño pueblo lleno de bongas, quebrachos, camajorues, ceibas blancas, rojas, bongas, majaguas, hobos, cauchos, pivijays, guasimos, guayacanes, robles, matarratones, trupillos, coralibes, caritos, campanos o samanes, olla de monos, cracolies guarumos, tréboles … y muchas otras plantas propias del bosque seco tropical como hemos dicho.
La primera gran amenaza a nuestra flora nativa se presenta realmente cuando en 1821 el congreso de la gran Colombia autorizó al señor Antonio Camacho y luego en 1.823 a Juan Bernardo Elbers, para que explotara el transporte por el Río De La Magdalena; los barcos a vapor se movilizaban río arriba utilizando por lo mínimo entre 1.000 y 1.500 kilos de leña por día; (para entonces un barco demoraba hasta 60 días en llegar a Honda), dos años después (19 de diciembre de 1825) el mismo libertador Simón Bolívar dicta un decreto donde impartía medidas de conservación y alertaba sobre el peligro que corrían algunas especies típicas de la flora Magdalenensis y donde hacia un llamado para sembrar 1.000.000 de arboles propios de esta flora.
Es bueno preguntarse: ¿cuántos árboles se talaron en las orillas del río Magdalena para mover la navegación a vapor entre 1821 y 1961?
No es extraño entonces caminar por la orillas del magdalena y ver exterminada la flora magdalenensis. Hay pueblos leñeros como Sitio Nuevo, que hoy son un desierto, con temperaturas infernales en gran parte del año.
A medida que se desarrolla la navegación y se proyecta Barranquilla como puerto marítimo fluvial; La ciudad empieza a crecer aceleradamente y con ella el consumo de su flora y su fauna, a pesar de ello, conservó para principios de siglo una flora urbana basada en las especies nativas del bosque seco, entre ellas: los matarratón, campanos, las bongas, ceibas, robles, pivijays, el trébol...
Pero ya en la década del cuarenta del siglo pasado la sociedad de mejoras publicas encabezada entonces por Don Ezequiel Rosado, se preocupaba al respecto por la falta de sombra en las calles de la ciudad. Don Ezequiel convoca en compañía del entonces director de educación nacional del Atlántico y los rectores de los colegios y universidades una reunión para emprender un plan de arborización de la ciudad.
Al igual que este hecho también se puede afirmar que en la década del 40 hay una gran preocupación por los arboles de la ciudad. Así lo demuestra la gran cantidad de artículos que al respecto se publican en la revista de la sociedad de mejoras públicas.
El barrio el prado: un modelo para la ciudad.
Fue el barrio el prado, el primer bario urbanizado en el país, el único planeado realmente, con los espacios suficientes para vivir cómodamente y con la vegetación suficiente para el clima citadino de Caribe; en palabras del profesor Alfredo de la Espriella “el prado era un edén”. Un barrio espectacular, la gente sabía que las casas debían tener un jardín y ante jardín, y cada vecino debía responder por el frente de su casa, debía limpiar, abonar, cuidar lo que le correspondía de calle. Aquí es bueno señalar que las grandes bongas, cauchos y robles que aún sobre viven en el paseo de los fundadores (cra 54), alrededor del hotel del prado son muestra de ese tiempo en que la ciudad se piensa y se proyecta como una ciudad de sombra y dos temperaturas.
Esta concepción se fue perdiendo a medida que la ciudad pierde su norte por allá a mediados del siglo pasado y se va entrando en el marasmo de la politiquería y el clientelismo que aún la asesina.
A principios de la década del 60 ya el Matarratón está siendo reemplazado por especies como el laurel, el almendro, y las calles de la ciudad están soleadas, llega la visión que lo importante no es la sombra, no es el ambiente vegetal, el entorno que circunda la casa, el barrio, el patio con árboles frutales como la guayaba, el mango, el níspero, el zapote, el mamey, el caimito; si no lo importante es mostrar el diseño arquitectónico del frente de la casa, su fachada. Empieza entonces a agonizar la avenida mas arborizada la Olaya Herrera, al ser devastada lentamente por la nueva concepción y así todos los barrios. De tal manera que cada vez que ponían un aviso para publicitar un negocio, tenia que ramajear y por último cortar, sacrificar los árboles de frente de la casa. Aquí se instala la nueva mentalidad del cemento e caucho y el metal hoy arraigada en la ciudad.
Es de resaltar que desde los años 60 las nuevas urbanizaciones empiezan a diseñar y construir los nuevos modelos de barrios y de casas sin los árboles grandes, se impone entonces el laurel, el almendro y más tarde el cresta de gallo que hoy empiezan a ser arrancado de la ciudad con la fama de estar asociado con la despigmentación de la piel y atraer mala suerte, e igualmente, el laurel por obstruir y deteriorar las tuberías de la ciudad.
Hoy estamos ante dos tendencias evidentes: una la miamización o mayamización del norte de la ciudad: llena de palmeras y árboles intrusivos como el pino canadiense y el limón singla, entre otros. Y el sur sembrado de árboles frutales como el mango y el níspero principalmente, estos son los casos de barrios como San José, la Victoria, la Alboraya, la Magdalena…
El proyecto transmetro empieza a proyectar una nueva ciudad, que bien podría perfilar a Barranquilla como una ciudad con sombra, al tratar de sembrar especies como el roble rosado. Sin embargo el centro (paseo Bolívar y algunas plazas) se están llenando de palmeras y árboles intrusivos como el alstonia.
Lo que proponemos nosotros  desde proyecto Ecoatmósferas es imponer una nueva tendencia; hacer que el gobierno de la ciudad de Barranquilla, con los estudiantes, maestros y otros gremios, al igual que 1942 lideren nuevas campañas de arborización, en  calles, parques, iglesias y escuelas, pero esta vez con especies NATIVAS, LONGEVAS, PROMISORIAS y ojala con flores y frutos como:Caimitos, Guaimaros, Nísperos, Zapotes, Bongas o ceibas, Mamey,  Acasias amarilla y roja, Algarrobo, Indio encuero, ficus como Copey, Pivijay, caucho, higueron, Hobo, Cañofistolas, Lluvia de oro, Maiz tostao´  Caritos u Orejeros, Campanos o Saman, Quebracho, Guarumos, Guasimos, Gualanday, Camajorú, Trebol,  Tacaloa, Ébanos,  Vara de humo, Canalete,  Mangles, Florón, Guacamayo, Ebanos  Caracolí, Marañón, Olivos, Uva playera, Uva morada, Guayacanes, Niguas, Fruta de pan, Pan de dios y yacas,  algunas catalogadas como especies amenazadas en el bosque seco tropical, hoy en vía de extinción.
En tiempos del fenómenos del niño, a la ciudad no se le bajará la temperatura bañándonos 10 veces al día como lo hacen con los animales del zoológico, o colocando aires acondicionados en todas las casa y oficinas, como falsamente han hecho creer los comerciantes de objetos; pues, el aire acondicionado enfría tu casa pero calienta la del vecino. Sólo sembrando árboles, y no cualquier árbol, sino los que realmente producen sombra, los que crean microatmósferas, microambientes, ecosistemas locales, los que no demandan tanta agua, los que no necesitan insecticidas, los que le dan alimento a nuestros animales, como las sapotáceas, los ficus, burseras,  los anacardiaceas... y otras especies típicas del bosque seco tropical, que necesitamos rescatar y que podrían ayudarnos a bajar la temperatura en algo más de 5 grados. Estos son el verdadero aire acondicionado de todos. Hoy por hoy, es imprescindible RECUPERAR EL AMOR Y RESPETO POR LOS ÁRBOLES,  sobre todo, los árboles nativos; ya es hora de revalorarlos, ellos son el hábitat natural de nuestras aves, insectos, reptiles y todos nos beneficiamos de ellos.
Desde la FUNDACIÓN PARADIGMAS, PROYECTO ECOATMÓSFERAS, queremos convocar a las Instituciones Educativas, públicas y privadas, las ONGs para que montemos un ECOPARQUE, en lo que hoy es el Parque Metropolitano de Barranquilla, y que al igual que en mayo 1942 volvamos a preocuparnos por nuestros árboles y en genera por todas las especies nativas.
GONZALO MOLINA ARRIETA.
Coordinador proyecto Ecoatmosferas       
gomafilo@gmail.com
Junio 5 de 2009. Ponencia presentada en el foro día del ambiente.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Me encantó su aporte. Totalmente de acuerdo con que los árboles embellecen y refrescan la ciudad. El calor insoportable no siempre fue así en Barranquilla. En el frente de mi nueva casa sembraré 4 árboles autóctonos frondosos para reemplazar los 2 laureles que fueron cortados por estropear las tuberías vecinas. Cualquier sugerencia con las especies le estaría agradecido.

Kceledon dijo...

Interesante aporte.....de verdad no habia tenido en cuenta lo beneficioso que es cuidar y preservar nuestros arboles!

Maleja dijo...

Hola Señor Gonzalo, me llamo mucho la atención este articulo, de hecho lo encontré porque buscaba entidades de arborización en Barranquilla para un proyecto que estoy realizando con mi grupo de estudios y me gustaría saber si Usted tiene información o conoce de alguna que nos pueda ayudar. Agradecería su respuesta.
Gracias =)
PD: Si desea comunicarse puede enviarme un correo "Maleja-116@hotmail.com"